Como decíamos en la antigua entrada, queríamos unir la tranquilidad, la música y los olores, cosa que nos parecía muy complicada y que realmente no nos motivaba lo suficiente; así que, la música gana, es lo que realmente nos motiva y queremos seguir adelante con ello.
Poniéndonos a observar el tramo escogido, nos percatamos de una característica que no habíamos tenido en cuenta, la calle Doctor Sapena tiene una forma muy preculiar, con forma de embudo a mitad, cosa que canaliza el aire y hace que se den vientos con hasta picos de 150km/h.
Decidimos aprovechar esta oportunidad para convertir esta simple calle en una calle sonora, en la que podría darse un concierto de 365 días, dependiendo del viento que soplara cada vez. Colocaríamos instrumentos sensibles al viento repartidos en puntos clave de la calle y mediante las personas actuando como parapente, modificaríamos la dirección del viento para que sonaran determinados instrumentos u otros, con lo que conseguiríamos un efecto parecido al de esta orquesta dispersa, la gente modificaría el viento y dependiendo de por donde pasara escucharía una melodía u otra.
Para comprobar que esta acción era viable, realizamos una maqueta a escala 1:6 donde practicamos algunos ensayos con el viento y personas hechas de cartón.
Aquí abajo están registrados algunos datos como el contexto en el que trabajamos, las maestrías en las que nos hemos apoyado y el dibujo de la acción que llevaríamos a cabo en ese momento.